Escuchando esta canción me planteo lo condicionados que estamos al nacer en un lugar u en otro, pero a la vez lo poco que en realidad importa. Sólo por nacer en España somos españoles, europeos, somos del "primer mundo", tenemos un sentido de pertenencia a un país, un pasaporte. Sin embargo todos los días escuchamos noticias sobre gente que se ve forzada a huir de su país (perdiendo su pasaporte). Sabiendo lo duro que tiene que ser, no sólo no les ayudamos, si no que intentamos poner murallas entre nuestros países para elegir quien pasa y quién no, ¿acaso un pasaporte es algo más que un papel?
Yo me hago muchas preguntas, como: ¿No seríamos más ricos, no estaríamos más llenos, si amamos a los demás sin importar qué pone en nuestro pasaporte? ¿Qué seríamos si hubiésemos nacido en otro país? ¿No querríamos las mismas oportunidades que tenemos ahora? ¿No es más lógico amar y abrir la muralla que aislarnos y cerrar los ojos a los problemas de los demás?
Como dice la canción “el hombre no es más que un hombre” y ninguno de nosotros vale más que otro de los que intentan entrar en nuestro país. Es más ¿no es posible que si Jesús volviese a la Tierra fuera un refugiado más, ayudando a sus compañeros? ¿Qué deberíamos hacer nosotros entonces? ¿Deberíamos abrir nuestros corazones y nuestras fronteras? ¡Qué bonito sería que “tus manos fuesen mi frontera”, que nuestras “murallas” acabasen donde podamos hacer con nuestras manos abiertas! Como dijo Indira Gandhi “con el puño cerrado no se puede dar un apretón de manos”.
¡Juguemos cada día, a ver qué pasa, a tener las manos abiertas, a abrazar y dejarse abrazar! Y de esta forma quizá “seamos los hombres más ricos del mundo así, viviendo de los abrazos”.
Yo me hago muchas preguntas, como: ¿No seríamos más ricos, no estaríamos más llenos, si amamos a los demás sin importar qué pone en nuestro pasaporte? ¿Qué seríamos si hubiésemos nacido en otro país? ¿No querríamos las mismas oportunidades que tenemos ahora? ¿No es más lógico amar y abrir la muralla que aislarnos y cerrar los ojos a los problemas de los demás?
Como dice la canción “el hombre no es más que un hombre” y ninguno de nosotros vale más que otro de los que intentan entrar en nuestro país. Es más ¿no es posible que si Jesús volviese a la Tierra fuera un refugiado más, ayudando a sus compañeros? ¿Qué deberíamos hacer nosotros entonces? ¿Deberíamos abrir nuestros corazones y nuestras fronteras? ¡Qué bonito sería que “tus manos fuesen mi frontera”, que nuestras “murallas” acabasen donde podamos hacer con nuestras manos abiertas! Como dijo Indira Gandhi “con el puño cerrado no se puede dar un apretón de manos”.
¡Juguemos cada día, a ver qué pasa, a tener las manos abiertas, a abrazar y dejarse abrazar! Y de esta forma quizá “seamos los hombres más ricos del mundo así, viviendo de los abrazos”.